jueves, 28 de mayo de 2009

¿Por qué se les dice "desatendidas" a algunas enfermedades tropicales que afectadan a pueblos indígenas y minorías?

Las poblaciones más pobres, residentes en zonas rurales remotas, barrios suburbanos marginales o zonas de conflicto, suelen ser las más afectadas por estas enfermedades, que persisten cuando hay pobreza y se concentran de forma casi exclusiva en las poblaciones pobres del mundo en desarrollo.

Estas enfermedades reciben poca atención y se ven postergadas en las prioridades de la salud pública porque los afectados carecen de influencia política. La inexistencia de estadísticas fiables también ha dificultado los esfuerzos por sacarlas de las sombras. Entre ellas se encuentran el cólera y otras enfermedades diarreicas epidémicas, dengue/dengue hemorrágico, dracunculosis (gusano de Guinea), enfermedad de Chagas, esquistosomiasis, filariasis linfática, helmintiasis transmitidas por el suelo (ascariasis, anquilostomiasis y tricuriasis), leishmaniasis, lepra, oncocercosis, tracoma, tripanosomiasis africana humana (enfermedad del sueño) y úlcera de Buruli.
Las enfermedades tropicales desatendidas afectan a cerca de 1000 millones de personas, y en particular a las poblaciones pobres residentes en zonas de clima tropical y subtropical. Generalmente se agrupan varias de ellas en una misma región geográfica, y los pacientes a menudo están afectados por más de una. Más del 70% de los países y territorios afectados por estas enfermedades tienen economías de ingresos bajos o medios-bajos.

Las infecciones se asocian a la insalubridad del agua y a las malas condiciones de vivienda y saneamiento. Los niños son los más vulnerables a estas enfermedades que cada año matan o causan incapacidad permanente a millones de personas, produciendo a menudo sufren dolor físico y estigmatización social de por vida.

Sin embargo, hay motivos para el optimismo. Muchas de las enfermedades tropicales desatendidas pueden prevenirse, eliminarse, e incluso erradicarse si se mejora el acceso a intervenciones seguras y rentables ya existentes. Su control depende de intervenciones simples que pueden ser llevadas a cabo por personal no especializado (profesores, dirigentes de las aldeas, voluntarios locales) en acciones preventivas de base comunitaria.

Las enfermedades desatendidas imponen una carga enorme a los países en desarrollo y constituyen un grave obstáculo para lograr el desarrollo socioeconómico y una buena calidad de vida. Tres de esas enfermedades son la filariasis linfática, también conocida como elefantiasis o “pie grande”; la oncocercosis, llamada también ceguera de los ríos; y la esquistosomiasis o fiebre por caracoles. Afectan principalmente a las personas que viven en barrios marginales, comunidades indígenas o zonas rurales y agropecuarias pobres. En otras palabras, estas enfermedades son también un evidente resultado de la desigualdad que agobia a la Región de las Américas.

La carga que representan resulta aun más mortificante por el hecho de que en nuestra Región son el legado del tráfico transatlántico de esclavos: individuos, familias y comunidades enteras del continente americano siguen padeciendo una enfermedad originada por esa detestable explotación, más de doscientos años después de la prohibición en Gran Bretaña del tráfico de esclavos. Por lo tanto, la aplicación de medidas decisivas para eliminarlas como un problema de salud pública en la Región, que es un sueño realizable –siempre y cuando se consigan el compromiso político y los recursos necesarios– en pos del cual estamos trabajando en la OPS, también sería una reafirmación clara del compromiso profundo de nuestros países con los derechos humanos consagrados en tratados y normas internacionales.

En efecto, eso significaría “romper con el legado histórico de la esclavitud”, para citar la brillante expresión usada por dos colegas de la OPS –Javier Vásquez y Steven K. Ault–, John F. Lindo de la Universidad de las Indias Occidentales, y tres especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos –Patrick J. Lammie, W. Evan Secor y Mark L. Eberhard– en un artículo conjunto publicado en la revista PLoS Journal of Neglected Tropical Diseases de la Public Library of Science. Al destacar la estrecha relación entre el combate de las enfermedades arriba mencionadas y la protección de los derechos humanos, y la corrección de tales agravios históricos, el artículo representa una contribución muy valiosa en esta esfera. Recomiendo plenamente su lectura a todas las personas interesadas en estos asuntos.

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