Parte de la solidez y credibilidad de las instituciones radica en las buenas prácticas que emprenden, así como en el servicio que prestan a sus usuarios. Además, para alcanzar esas metas institucionales, sus líderes suelen capitalizar el clima laboral, potenciar a sus miembros, valorar sus aportes e incluso sus críticas, por molestas que estas sean.
La reflexión es pertinente ante la cacería de brujas que ha emprendido Essalud contra las enfermeras que valientemente denunciaron, en junio de ese año, en El Comercio, sobre el cuestionable reúso del material quirúrgico descartable en las intervenciones laparoscópicas del hospital Edgardo Rebagliati.
Lo preocupante no solo radica en lo alarmante del caso, sino en las sanciones que se han aplicado a las denunciantes, a las que se acusa de haber incurrido en faltas administrativas, sustraído material quirúrgico para mostrarlo a la prensa, alentado el desprestigio de la institución y fomentado el pánico entre los asegurados. Hoy las mencionadas enfermeras —Carmen Chávez Cabrera y Cecilia Grados Guerreros— han sido suspendidas sin goce de haber “porque no demostraron” que el instrumental reusado “ponía en riesgo la vida de los pacientes”, según señala un insólito e indignante comunicado de Essalud.
Evidentemente, la entidad responsable de la seguridad social en el país, tantas veces criticada por los penosos servicios que brinda a sus usuarios, ha perdido el buen criterio. Y es que si bien el Instituto Nacional de Salud dice no haber encontrado elementos contaminantes en el material quirúrgico analizado, tampoco se puede negar que Essalud reconoció, hace varios meses, la necesidad de cambiar la práctica del reúso, en marcha desde el año pasado. Es más, se comprometió a crear un comité nacional para estandarizar los procedimientos de lavado, limpieza y esterilización del instrumental reusable que, en opinión de muchos profesionales de la salud, debería emplearse una sola vez y luego ser desechado; algo más que necesario en una institución tan grande y con dificultades para controlar sus procesos internos.
¿Entonces, por qué no prevenir, innovar e invertir en mecanismos más seguros y modernos? ¿Por qué esperar una desgracia para recién actuar si hoy el Estado cuenta con mayores recursos? ¿Finalmente, por qué castigar al mensajero, a personal que no es culpable, en lugar de tomar medidas inmediatas?
Resulta irónico que las enfermeras se conviertan en denunciadas porque ellas no probaron la contaminación. Bajo este criterio, podríamos preguntar quién responderá en Essalud por los criticables servicios que actualmente presta: ¿sus médicos, enfermeras, personal administrativo? Cuidado, la última encuesta nacional de El Comercio, realizada por Ipsos Apoyo S.A., señala que todavía un 45% no confía en esa institución.
Felipe Barrios, cuya gestión como presidente de Essalud es positiva en otros aspectos, debe tomar cartas en el asunto. Más allá del respeto a la autoridad, inherente a toda organización, aquí debe revalorarse el aporte del personal para solucionar los problemas institucionales y, como destaca la Defensoría del Pueblo, atender a sus libertades sindical y de expresión. Además de construir policlínicos, Essalud requiere mejorar el clima laboral, pues eso redundaría en la atención a los pacientes.
La reflexión es pertinente ante la cacería de brujas que ha emprendido Essalud contra las enfermeras que valientemente denunciaron, en junio de ese año, en El Comercio, sobre el cuestionable reúso del material quirúrgico descartable en las intervenciones laparoscópicas del hospital Edgardo Rebagliati.
Lo preocupante no solo radica en lo alarmante del caso, sino en las sanciones que se han aplicado a las denunciantes, a las que se acusa de haber incurrido en faltas administrativas, sustraído material quirúrgico para mostrarlo a la prensa, alentado el desprestigio de la institución y fomentado el pánico entre los asegurados. Hoy las mencionadas enfermeras —Carmen Chávez Cabrera y Cecilia Grados Guerreros— han sido suspendidas sin goce de haber “porque no demostraron” que el instrumental reusado “ponía en riesgo la vida de los pacientes”, según señala un insólito e indignante comunicado de Essalud.
Evidentemente, la entidad responsable de la seguridad social en el país, tantas veces criticada por los penosos servicios que brinda a sus usuarios, ha perdido el buen criterio. Y es que si bien el Instituto Nacional de Salud dice no haber encontrado elementos contaminantes en el material quirúrgico analizado, tampoco se puede negar que Essalud reconoció, hace varios meses, la necesidad de cambiar la práctica del reúso, en marcha desde el año pasado. Es más, se comprometió a crear un comité nacional para estandarizar los procedimientos de lavado, limpieza y esterilización del instrumental reusable que, en opinión de muchos profesionales de la salud, debería emplearse una sola vez y luego ser desechado; algo más que necesario en una institución tan grande y con dificultades para controlar sus procesos internos.
¿Entonces, por qué no prevenir, innovar e invertir en mecanismos más seguros y modernos? ¿Por qué esperar una desgracia para recién actuar si hoy el Estado cuenta con mayores recursos? ¿Finalmente, por qué castigar al mensajero, a personal que no es culpable, en lugar de tomar medidas inmediatas?
Resulta irónico que las enfermeras se conviertan en denunciadas porque ellas no probaron la contaminación. Bajo este criterio, podríamos preguntar quién responderá en Essalud por los criticables servicios que actualmente presta: ¿sus médicos, enfermeras, personal administrativo? Cuidado, la última encuesta nacional de El Comercio, realizada por Ipsos Apoyo S.A., señala que todavía un 45% no confía en esa institución.
Felipe Barrios, cuya gestión como presidente de Essalud es positiva en otros aspectos, debe tomar cartas en el asunto. Más allá del respeto a la autoridad, inherente a toda organización, aquí debe revalorarse el aporte del personal para solucionar los problemas institucionales y, como destaca la Defensoría del Pueblo, atender a sus libertades sindical y de expresión. Además de construir policlínicos, Essalud requiere mejorar el clima laboral, pues eso redundaría en la atención a los pacientes.
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