domingo, 19 de julio de 2009

GRIPE AH1N1. Dos millones podrían ser contagiados en el Perú

fines del 2008, los ejecutivos de corbata negra de Wall Street imaginaban que lo peor que le podía haber pasado a la economía global era la crisis financiera internacional. Hasta que un estornudo alteró la historia: el 23 de abril, a las 3 p.m., el secretario de salud del Gobierno Federal de México, José Ángel Córdova, confirmó que un extraño brote de enfermedades respiratorias respondía a un virus hasta ese momento desconocido: una cepa que en escasas semanas se conocería como influenza AH1N1.
En México, donde se detectaron los primeros casos, las autoridades determinaron paralizar todas las actividades públicas, que en una economía de libre mercado significa la suspensión del comercio, la industria del entretenimiento, los servicios financieros, el turismo, el transporte público, las aerolíneas, la educación, así como el aparato estatal, además de una importante masa laboral de diversos sectores que pararon por prevención. La cepa AH1N1 le significa a México pérdidas por encima de los US$50 millones cada día, según el Banco Mundial.
En abril, el secretario de Finanzas de México calculó que la enfermedad solo comprometería el 0,5% del PBI. Sin embargo, después de tres meses, diversos economistas de México estiman que las pérdidas podrían alcanzar el 2% de su economía: US$20.000 millones.
INFLUENZA EN EL PERÚ
¿Qué pasaría si el virus se desatara agresivamente en el interior del país, así como en las zonas más pobres, donde la velocidad del Estado para atender emergencias médicas sería más lenta por la evidente incapacidad de los sistemas de salud pública del país? ¿Qué pasaría en los distintos sectores productivos, una vez que una parte importante de la masa laboral quedara incapacitada durante 10 días, período de convalecencia para un portador de la influenza AH1N1?
Para Gustavo Yamada, profesor de la Facultad de Economía la Universidad del Pacífico, tal como pasó en México, los sectores más afectados de la industria serían transporte, turismo, comercio, manufactura y servicios: “La recuperación por influenza duran una o dos semanas. Este período se convierte en días no laborables, lo que significa que esos trabajadores dejarán de aportar al PBI. Si la epidemia no se controla en el lapso de recuperación, las posibilidades de contagio serán mayores”.
EL IMPACTO EN LA ECONOMÍA
Si sumamos los sectores a los que Yamada hace referencia, estos alcanzan el 69,8% del PBI, que alcanzarían los US$114.500 millones para el 2009, según el Banco Mundial. Por lo tanto, si se paralizan dichos sectores, se estaría afectando dos semanas de producción, lo que representaría el 1,9% del PBI: US$2.190 millones.
Si comparamos esta cifra con un fenómeno de la naturaleza devastador, sería casi la mitad de las pérdidas originadas por el fenómeno de El Niño de 1998, en el que el Indeci contabilizó un impacto del orden del 4,5% del PBI: US$3.500 millones.
Según el economista Raúl Mauro de Desco, el daño podría ser mayor, ya que las actividades complementarias al turismo también serían afectadas, como transporte urbano y artesanías, entre otras. “El problema será gravísimo si la enfermedad llega a la base de la pirámide. Sospecho que esta estadística será mayor, porque ninguna autoridad del Gobierno tiene la capacidad para hacer una medición del daño real”.
ANTECEDENTES VIRALES
La economía ya ha sufrido una experiencia similar en 1991, cuando el virus del cólera azotó el litoral del país . De acuerdo con cálculos de la Organización Panamericana de Salud (OPS), el Perú perdió en aquella oportunidad 0,63% del PBI, equivalente a US$204 millones. Para Yamada y Mauro, ambas epidemias tienen algo en común: la indiferencia estatal por la salud, expresada en el reducido presupuesto al sector, terminaría costándonos más caro. Ambos expertos consideran que sería más barato invertir en políticas preventivas.
NO TODO SON PÉRDIDAS, OTROS GANAN
La actual emergencia de salud en el país tiene un lado dinamizador para algunos sectores productivos. Por un lado, las industrias de consumo masivo que producen jabones y desinfectantes. Por otro, las químicas farmacéuticas.
Para Eduardo Dasso, gerente de marketing de Intradevco, la crisis de salud ha elevado las ventas de su línea de desinfectantes, alcohol en gel y otros productos poco comercializados, aunque no quiso revelar porcentajes.
Según Luis Caballero, presidente de la Asociación de Industrias Farmacéuticas (Adifan), el Gobierno ha comprado tratamientos retrovirales por US$20 millones a laboratorios como Roche que importa el medicamento Tamiflu, cuyo principal componente es el oseltamivir.
LAS CIFRAS
2.503 son los infectados por la influenza AH1N1 hasta el cierre de esta edición.11 Personas han fallecido ya por complicaciones respiratorias.US$14,6 millones es lo que el Ministerio de Salud ha invertido en medicinas y antivirales.
Fuente: El Comercio 19.07.09

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